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Oriento mi trabajo artístico al estudio de la magia, tomando como antecedente inicial la muerte de mi madre. Vivenciar durante la infancia el desarrollo de una enfermedad terminal en un familiar cercano puede ser un suceso traumático. Sin embargo, este hecho ha funcionado como principal impulso para plantear y desarrollar mis obras. Mediante la disciplina escultórica me he enfocado en reflexionar sobre mis prácticas creativas a partir del planteamiento de las siguientes preguntas: ¿hay alguna relación entre el arte y la magia? ¿la experiencia artística puede ser una experiencia mágica? ¿hay algún factor en común entre la vida, la muerte, la magia y el arte?
El arte puede modificar a la sociedad y puede (re)escribir la historia. Puede influir directamente en cómo nos relacionamos en y con el entorno, desde nuestra propia autonomía ¿no es eso algo liberador, algo mágico? Y es que arte y magia hablan de un mismo lenguaje: producir cambios en la consciencia mediante el uso de imágenes, objetos o palabras.
Desde un inicio, hemos formado complejos sistemas de creencias para interpretar nuestro entorno, en donde la realización de ritos, la confección de objetos y el uso de determinados símbolos, de cierto modo, traducen lo intangible, reflejando una inquietud genuinamente humana: la aproximación a la trascendentalidad mediante la creatividad. Sin embargo, pertenecer a una sociedad en donde el modelo de vida que se nos ha impuesto es volátil y superficial conlleva a la desvalorización de la creatividad y el desprestigio de la espiritualidad. Por esta razón, me parece fundamental sacudir aquello que se ha tratado de adormecer. Buscar alternativas que cuestionen lo establecido es una manera de resistir: resistir a la normatividad, a la hegemonía, supremacía y, por qué no, a la muerte.